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Sentinel-1A estudia el terremoto del valle de Napa

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El satélite Sentinel-1A del programa europeo Copérnico sigue ampliando su abanico de servicios. Sus imágenes radar han permitido trazar un mapa de la falla provocada por el mayor terremoto que ha sacudido el norte de California en los últimos 25 años.

Los científicos del Centro para la Observación y el Modelado de Terremotos, Volcanes y Tectónica (COMET) del Consejo Británico para la Investigación del Entorno Natural han aprovechado las particulares prestaciones de Sentinel-1A para estudiar el seísmo.

Sentinel-1A estudia el terremoto del valle de Napa
El terremoto del valle de Napa

La ‘interferometría con radar de apertura sintética’ es una técnica que permite detectar cambios a gran escala en la superficie del terreno al combinar dos o más imágenes radar de la misma zona tomadas desde el espacio. Las pequeñas variaciones en el suelo alteran la señal radar reflejada, produciendo bandas coloreadas en el ‘interferograma’.

Yngvar Larsen, del Northern Research Institute de Noruega, y Petar Marinkovic, de PPO.labs en los Países Bajos, han procesado este interferograma del valle de Napa a partir de las imágenes tomadas por Sentinel-1A el 7 de agosto (el día que el satélite alcanzó su órbita operacional) y el 31 de agosto.

Los resultados confirman que el terremoto de 6.0 grados en la escala de Richter que sacudió la región vinícola de California fue provocado por el sistema de fallas de Napa Oeste. Esta falla no estaba catalogada como peligrosa antes del sismo del pasado día 24 de agosto.

Lo más destacado es que el interferograma revela que la deformación del terreno provocada por el deslizamiento de la falla continúa más al norte que la fractura detectada en la superficie.

Las líneas nítidas en el interferograma indican desplazamientos menores en otras fallas, como la que cruza el aeropuerto de Napa, parte del mismo sistema.

“El éxito de esta demostración de las prestaciones de Sentinel-1A marca el comienzo de una nueva era para estudiar terremotos desde el espacio”, comenta Tim Wright, Director de COMET y miembro de la Universidad de Leeds.

“Los científicos de COMET están desarrollando un sistema que generará estos análisis de forma rutinaria para todos los terremotos continentales, y que permitirá cuantificar la lenta deformación del terreno asociada a los seísmos”.

“Gracias a su estrategia de observación sistemática, este satélite constituirá un cambio radical en la forma de monitorizar sucesos catastróficos como terremotos o erupciones volcánicas en el futuro”, explica el profesor Andy Hooper de la Universidad de Leeds.

“Los datos recogidos por los satélites son muy valiosos para caracterizar la deformación superficial provocada por un terremoto – los mapas obtenidos con técnicas de interferometría nos guían hasta lugares en los que todavía no se han detectado fracturas”, describe Austin Elliott, estudiante de doctorado en la Universidad de California en Davis y miembro del equipo que está estudiando el suceso en el valle de Napa.

A pesar de que Sentinel-1A todavía se encuentra en la fase de puesta en servicio, la ESA fue capaz de responder rápidamente a este incidente, proporcionando toda la información disponible a los equipos científicos.

“Estoy encantado de ver cómo la dedicación de los equipos del segmento de tierra de Sentinel-1, tanto de la ESA como de la industria, ha hecho posible que pudiésemos reaccionar ante una emergencia en una fase tan temprana de la misión, permitiendo una ‘utilización directa’ de los datos de Sentinel-1A”, comenta Betlem Rosich-Tell, responsable en la ESA del segmento de tierra para los datos de la carga útil de Sentinel-1.

“El segmento de tierra de Sentinel-1 está diseñado para aprovechar todo el potencial de la misión, recogiendo, procesando y distribuyendo rápidamente una gran cantidad de datos de alta calidad para usos tanto científicos como operacionales”.

Sentinel-1A sobrevuela cada punto del planeta cada 12 días, pero en cuanto su gemelo Sentinel-1B esté en órbita en el año 2016, este intervalo se reducirá a tan sólo seis días, lo que permitirá generar mapas de los cambios en la superficie del terreno de forma incluso más rápida.

Fuente: ESA España

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