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Para acortar el tiempo de mapeo del perfil del subsuelo marino

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André Julião | Agência FAPESP

Un grupo de 65 investigadores y desarrolladores se dedicará durante los próximos años a la resolución de un problema conocido en la industria de petróleo y gas: la obtención más rápida de un perfil del lecho marino en donde puedan ubicarse posibles reservas y las áreas más propicias para realizar perforaciones.

El nuevo proyecto del Research Center for Gas Innovation (RCGI) −con sede en Brasil, en las instalaciones de la Escuela Politécnica de la Universidad de São Paulo (Poli-USP), es un Centro de Investigación en Ingeniería (CPE) financiado por la FAPESP y por Shell– consiste en crear un software abierto que disminuirá el tiempo entre la captación de datos en campo y la transformación de los mismos en información que geólogos y geofísicos puedan utilizar en la exploración offshore de petróleo y gas. Actualmente ese intervalo de tiempo es de hasta dos años.

En el marco de una iniciativa del Research Center for Gas Innovation, se desarrollará una tecnología tendiente a obtener información rapida sobre la exploración petrolífera por captación de datos del lecho oceánico (foto: Pixabay)

El proyecto, el 46º que se pone en marcha desde que el RCGI entró en actividad hace dos años y medio, se anunció durante la apertura del evento 3º Sustainable Gas Research and Innovation – Transforming gas to transform the future, que tuvo lugar entre los días 26 y 27 de septiembre en el Centro de Difusión Internacional de la USP.

“En cualquier mapeo de reservas de petróleo, gas o incluso de sitios para el almacenamiento de carbono, es necesario efectuar este tipo de análisis”, dijo Bruno Souza Carmo, docente de la Poli-USP y coordinador del proyecto, una colaboración con Shell y el Imperial College de Londres.

Para hacer este mapeo se disparan ondas acústicas en dirección hacia el lecho oceánico mediante pistolas de aire a bordo del buque. Una serie de hidrófonos que flotan en el agua capturan las señales de respuesta y generan una enorme cantidad de datos.

Una vez procesados, estos datos se convierten en imágenes que utilizan los geofísicos y los geólogos, que apuntan dónde es más probable que haya reservas de petróleo y gas y logran hacerse una buena idea acerca de las dificultades de perforar en una determinada zona.

“El procesamiento de estos datos es sumamente costoso en términos de computación. Nuestra idea es crear programas informáticos totalmente abiertos que cualquier interesado pueda utilizarlos y que se adapten a los avances de la computación”, declaró Souza Carmo a Agência FAPESP.

“Las computadoras son cada vez más rápidas. El hardware está siempre aumentando en rendimiento, pero la reescritura de los códigos para hacer uso de esos nuevos ordenadores requiere tiempo. Por eso un apartado del proyecto consiste en que los software se vuelvan más portátiles, de manera tal que no sea necesario reescribir los algoritmos cada vez que se actualizan las computadoras”, dijo Aly Brandenburg, gerente general de tecnología de subsuelo de Shell, quien coordina el proyecto por el lado de la empresa.

Una nueva fase

Júlio Meneghini, coordinador del RCGI, explicó que en este nuevo proyecto se utilizarán tanto las tecnologías de hardware y software existentes como las herramientas de programación que surjan.

“Utilizaremos incluso inteligencia artificial y aprendizaje de máquinas (machine learning), pues la cantidad de datos que se genera en estas prospecciones sísmicas es gigantesca y los algoritmos que existen actualmente no son capaces de procesarlos. Por eso se desarrollarán herramientas con nuevas arquitecturas de supercomputación que están consolidándose en estos momentos”, declaró Meneghini a Agência FAPESP.

Además del nuevo proyecto, en el evento se dieron a conocer diversos trabajos desarrollados en el marco del RCGI. Una novedad del encuentro de este año la constituyen los primeros resultados del programa de disminución de emisiones de CO2 que se puso en marcha en noviembre del año pasado. Éste es el cuarto programa en operación en el centro, que se suma a los de ingeniería, fisicoquímica y política energética y economía.

En el nuevo programa son 16 proyectos cuyo enfoque recae sobre la disminución del dióxido de carbono, que incluyen la captura del mismo en la atmósfera, su utilización en la producción de combustibles sintéticos y en la producción de electricidad y el monitoreo de escapes de metano en pozos donde se inyectó CO2, entre otros.

“Son más de 300 personas trabajando en el RCGI actualmente y serán otros 50 investigadores en el nuevo proyecto. La cantidad está aumentando y la producción científica se incrementará exponencialmente. La FAPESP y Shell exigen resultados en la frontera del conocimiento en las áreas de los 46 proyectos. Y nosotros cumplimos”, dijo Meneghini.

Los proyectos de captura y utilización de CO2 responden no solamente a la demanda climática global de reducción de las emisiones sino también a la creación de nuevas fuentes energéticas.

“Pueden pasar muchas décadas hasta que se concluya esta transición energética [de combustibles fósiles a fuentes renovables]. Si analizamos la historia, veremos que siempre hemos estado en transición energética. Son siempre procesos sumamente lentos”, dijo David Torres, vicepresidente de tecnología de disminución integrada de CO2 y gas de Shell.

Torres recuerda que la industria de petróleo y gas no se resume a la quema de combustibles. Incluye la fabricación de productos químicos, fertilizantes, plásticos y otros productos que carecen de reemplazo todavía. Por eso, y aun con el pico de la producción previsto para 2030, Shell tiene un horizonte para sus negocios al menos hasta 2070.

“La producción empezará a decaer a partir de ese momento [2030], pero seguirá estando presente. El petróleo seguirá siendo parte del mix [de fuentes energéticas]. Por eso creo que debemos pensar en horizontes muy largos”, dijo Torres.

Más información sobre el RCGI en el siguiente enlace: www.rcgi.poli.usp.br.

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