La crisis económica norteamericana, considerada inicialmente una “pequeña olita”, acabó creciendo y ahora tiene dimensiones globales, con efectos en la vida real de las personas. Los profesionales y las empresas de geomática no pasaron ilesos y sienten en el aire la aprensión de tiempos difíciles y la disminución del ritmo de los negocios.
Con la economía creciendo a tasas altísimas en los últimos años, con una “exuberancia irracional” según las palabras del ex presidente del Banco Central de USA, Alan Greenspan, los profesionales y las empresas estaban más preocupados en cerrar grandes contratos, realizar el trabajo en el menor plazo posible y facturar, sin un análisis pormenorizado de la eficiencia productiva de la empresa. Al final, en tiempos de vacas gordas el dinero no faltaba y las eventuales fallas en los procesos quedaban enmascaradas por la gran facturación.
Pero, en el segundo semestre de 2008, una onda de pesimismo barrió el mundo y las empresas de todos los sectores pusieron un pie en el freno.
Después de este impacto en la economía, las compañías comenzaron a planear estrategias para enfrentar el problema. Entre ellas, la más eficiente a largo plazo fue la optimización de los recursos y procesos por medio del uso de herramientas de calidad.
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