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El hielo ártico se acerca a un nuevo mínimo histórico

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El Océano Ártico visto por Envisat

La extensión del hielo marino sobre el Ártico podría alcanzar un nuevo mínimo histórico este año. En los últimos cinco años se han registrado los valores más bajos desde que comenzaron las observaciones con satélites en los años setenta.

Los satélites de observación de la Tierra permiten medir con precisión la extensión de hielo marino sobre zonas inaccesibles como el Océano Ártico. Este año, la extensión de la banquisa ártica ya es comparable al mínimo histórico registrado en el año 2007.

Según los científicos de la Universidad de Bremen, Alemania, es posible que a principios de septiembre la extensión de la banquisa ártica descendiese por debajo del nivel registrado en 2007. Sus resultados se basan en los datos recogidos por el sensor japonés que viaja a bordo del satélite Aqua de la NASA.

Otros grupos de expertos, como el Centro Nacional Estadounidense de Datos sobre Nieve y Hielos (NSIDC), creen que todavía no se ha alcanzado el récord de 2007, aunque no descartan la posibilidad de que se alcance en las próximas semanas.

Los distintos grupos de investigadores utilizan diferentes técnicas para estimar la extensión del hielo marino a partir de los datos proporcionados por los satélites, aunque las diferencias en sus resultados son prácticamente despreciables.

Los científicos ya habían anticipado la posibilidad de que este año se alcanzase un nuevo mínimo histórico, en especial cuando los satélites detectaron que las dos principales rutas marítimas del Ártico se abrían simultáneamente en el mes de agosto – una clara prueba del fuerte deshielo de este año.

Durante los últimos 30 años, los satélites de observación de la Tierra han sido testigos de cómo la extensión mínima (medida a finales del verano) de la banquisa se reducía a la mitad, pasando de los 8 millones de kilómetros cuadrados a principios de los ochenta al mínimo histórico de tan sólo 4 millones de kilómetros cuadrados en 2007.

Actualmente, se está estudiando la evolución del hielo marino con una gran variedad de sensores espaciales. Los radares, como el embarcado en el satélite Envisat de la ESA, son capaces de tomar imágenes de alta resolución a través de las nubes y en la oscuridad, lo que es particularmente útil a la hora de estudiar el Ártico, una región en la que son frecuentes las condiciones meteorológicas adversas y con escasa iluminación solar durante el invierno boreal.

La misión CryoSat de la ESA, lanzada en abril de 2010, está estudiando las variaciones en el espesor del hielo marino. En cuanto se dispongan de varios años de datos de CryoSat, será posible detectar pequeños cambios con gran precisión. La misión SMOS de la ESA proporciona información complementaria sobre la extensión de las banquisas árticas, y sobre el espesor de las capas de hielo más finas.

Los datos generados por los satélites ayudan a comprender y a gestionar el cambio climático de forma más eficiente. Las medidas realizadas a lo largo de las últimas décadas constituyen un registro fiable de la evolución de las variables climáticas de nuestro planeta, y resultan imprescindibles a la hora de intentar comprender sus mecanismos de cambio.

Fuente: ESA

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