Para mapear los impactos potenciales sobre el ambiente por la extracción de madera para su uso como leña o carbón vegetal en 90 países de Asia, África y América Latina, científicos de los centros de Investigaciones en Geografía Ambiental (CIGA) y en Ecosistemas (CIEco) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) desarrollan, junto con colegas de la Yale School of Forestry and Environmental studies, una metodología geoespacial y estadística con aplicaciones a escalas global, regional y local.
“Estamos en la búsqueda de generar métodos y modelos de computadora robustos estadísticamente y validados con información de campo, que permitan predecir en qué lugares la extracción de madera para leña y carbón vegetal tiene mayor probabilidad de ser causante de degradación forestal o incluso de deforestación”, comentó Adrián Ghilardi, del CIGA.
El proyecto, financiado por la Global Alliance for Clean Cookstoves (GACC) y el Yale Institute for Biospheric Studies (YIBS), inició en diciembre de 2012 y concluirá en noviembre de 2014; tiene como investigador principal a Rob Bailis, de la Universidad de Yale, y a Ghilardi como co-responsable por parte del CIGA; también participan Omar Masera, del CIEco, y Rudi Drigo, consultor independiente con experiencia en análisis de este tipo, realizados previamente para la FAO.
“Las estimaciones se harán a escala nacional y subnacional, con la validación en campo sobre cuatro casos particulares: centro de Michoacán, en México; provincia de Santa Bárbara, al oeste de Honduras; provincia de Himachal Pradesh, al norte de India, y sur de Kenia.
“Los sitios particulares dependen, en parte, de los resultados preliminares subnacionales. El proyecto permitirá entender el impacto de los programas de estufas mejoradas y de sustitución de combustibles para cocinar en el cambio de cubierta y uso del suelo, y estimar las compensaciones en términos de emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a este tipo de intervenciones”, afirmó Ghilardi.
Existe variación local en los métodos de cosecha y cantidad de madera extraída para leña y carbón vegetal, además, los distintos tipos de vegetación maderable responden de manera desigual a estos disturbios. Las estimaciones basadas en estadísticas nacionales no capturan esta especificidad geográfica y, por tanto, llevan a suposiciones incorrectas sobre el impacto que la extracción de leña tiene sobre la vegetación circundante.
En contraste, las estimaciones espacialmente explícitas reflejan eventualmente esta variabilidad, pero requieren de análisis más complejos, como el Mapeo Integral de Oferta/Demanda de Leña (WISDOM, por sus siglas en inglés), adecuado para identificar áreas en riesgo por extracción insostenible crónica a escala nacional.
Sin embargo, las valoraciones espaciales a escalas geográficas pequeñas (global, regional o nacional) suelen ser incluso demasiado burdas para capturar la compleja dinámica asociada a la extracción local de leña. El reto es comprender los procesos más importantes de la extracción y la consecuente respuesta de la vegetación, para entender en qué casos particulares resultaría indispensable generar estimaciones más finas a nivel local”, precisó el investigador.
Por ello, el equipo de investigación trabaja con un enfoque geoespacial multi-escala, que permite las comparaciones entre los resultados producidos a tres escalas geográficas.
Global, donde se utiliza el enfoque WISDOM para desarrollar una base de datos de la demanda y la producción de leña en 90 países divididos en mil 480 unidades espaciales. Lo que se ve aquí es algo general, no hay detalles a nivel localidad, sino grandes regiones críticas donde la ocurrencia de situaciones de déficit entre oferta y demanda es más probable que en las menos críticas.
A escala nacional o subnacional se realizan análisis a profundidad para identificar “zonas de alto riesgo”, que se usan a su vez para seleccionar sitios para un análisis más minucioso, aún a nivel local.
En la local se construyen modelos espaciales dinámicos con algunos elementos utilizados en el estudio de los sistemas complejos, que requieren de una mayor capacidad de cómputo. Los modelos se aplican a zonas de entre mil y cinco mil kilómetros cuadrados, que pueden albergan hasta dos o tres mil localidades.
Los resultados se validan con información recopilada en campo y obtenida por percepción remota. Los sitios para análisis local cubren una amplia gama de condiciones: regiones rurales, en donde las familias recolectan la leña para uso propio, zonas en donde productores de carbón vegetal talan árboles para abastecer a consumidores urbanos, y otras con problemas de abasto de leña, que utilizan biomasa no leñosa, como residuos agrícolas y estiércol.
“Esta estrategia nos ayudará a desarrollar métodos para modelar una diversidad de situaciones asociadas con el uso residencial de la biomasa y proporcionar una base de conocimientos sólida para futuras investigaciones”, concluyó Ghilardi.
Fuente: UNAM