A principios de 1990, a Stephen J. Katzberg y sus colegas de la NASA se les pidió evaluar un satélite de Marina de los EUA para una aplicación civil de altimetría en el océano mundial. La Marina de EUA empezó a utilizar el GPS en sus satélites y el equipo se interesó por identificar si las señales de GPS podrían reflejarse en la superficie del océano.
En la década de 1990, Katzberg y James Garrison, un colega de la NASA que se encuentra actualmente en la Universidad de Purdue, EUA, continuaron estudiando la utilidad del GPS en la teledetección para el medio ambiente. Mientras lo hacían, también había mejorado la tecnología de recepción de la señal y el software de procesamiento. Alrededor del año 2000, Katzberg y Garrison comenzaron a preguntarse si el GPS podría ser utilizado para medir la velocidad de los vientos de la superficie del océano.
NASA se asoció con la NOAA para obtener receptores GPS en aviones para huracanes. “Hacia 2006 habíamos desarrollado la calibración necesaria”, dijo Katzberg. Este mes, Katzberg y sus colegas publicaron un artículo en la revista arbitrada Radio Science que demuestra cómo sus esfuerzos han dado frutos en términos de precisión.
Katzberg explicó que una señal de GPS se compone de ondas de radio emitidas por un satélite GPS. Cuando las olas
chocan con la superficie del océano, alrededor del 60 por ciento de la señal rebota. Cuanto más viento empuja a través
del agua, más enriscada es la superficie del mar. Olas más grandes, y más caóticas rompen las ondas de radio del GPS
a medida que se reflejan en la superficie.
Un receptor puede comparar esa interrupción de la señal de GPS proveniente de cualquier satélite, y luego utilizar el software para calcular la velocidad del viento en la superficie con base en datos anteriores y de la calibración.
Fuente: IDE-LAC