El análisis de las primeras observaciones hechas a corta distancia de la superficie del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko por la sonda espacial Rosetta revelan la existencia de varias regiones claramente diferenciadas por sus características. El primer mapa del cometa ha resultado ser muy revelador.
La nave Rosetta, de la Agencia Espacial Europea (ESA), y en cuya misión también colabora la NASA (la agencia espacial estadounidense), llegó a su destino hace poco más de un mes y ahora está acompañando al cometa en su travesía orbital que le llevará a la zona interior del sistema solar.
Nunca antes se había logrado ver la superficie de un cometa con tan alto nivel de detalle, tal como subraya Holger Sierks, del Instituto Max Planck de Ciencia del Sistema Solar (MPS) en Alemania, uno de los investigadores del equipo científico de la cámara OSIRIS (ver nuestra entrevista a Pablo Gutiérrez Marqués, el creador del diseño de varias piezas de esa cámara, http://noticiasdelaciencia.com/not/2335/) que la Rosetta lleva instalada a bordo. En algunas de las imágenes de la superficie del cometa, un píxel corresponde a una escala de 75 centímetros (30 pulgadas). “Es un momento histórico; contamos con una resolución sin precedentes para cartografiar un cometa”, recalca Sierks.
El cometa tiene áreas dominadas por precipicios, cráteres, otras depresiones, rocas sobresaliendo del terreno, e incluso surcos paralelos. Si bien algunas de estas áreas parecen ser tranquilas, otras exhiben los rasgos inconfundibles de estar siendo remodeladas con suma rapidez por la actividad del cometa, caracterizada sobre todo por la emisión de granos de material desde el subsuelo del terreno, los cuales luego vuelven a caer de nuevo en la superficie, no muy lejos de su punto de emisión.
A medida que el cometa y la nave se aproximen al Sol durante los próximos meses, el equipo científico usará la OSIRIS y otros instrumentos de observación de la Rosetta para escudriñar minuciosamente la superficie, a fin de detectar los cambios que se vayan produciendo en ella.
La cámara OSIRIS fue fabricada por un consorcio liderado por el Instituto Max Planck de Ciencia del Sistema Solar, en colaboración con diversas instituciones europeas, incluyendo al Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), y la Universidad Politécnica de Madrid, estas tres últimas entidades en España.