Con una audiencia estimada en tres mil millones de personas, tuvo lugar el pasado 5 de agosto, en Río de Janeiro, el mayor evento de divulgación científica de la historia. El tema: los cambios climáticos globales
En alrededor de dos minutos, un video transmitido durante la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos Río 2016 mostró de qué manera el dióxido de carbono (CO2) emitido por el hombre se acumula en la atmósfera y provoca el aumento de la temperatura del planeta, el derretimiento de los casquetes polares y la elevación del nivel del mar.
Con base en modelos científicos, el filme ilustró lo que puede suceder hasta el final de este siglo en lugares tales como Ámsterdam (Holanda), Dubái (Emiratos Árabes Unidos), Florida (Estados Unidos), Shanghái (China), Lagos (Nigeria) y Río de Janeiro (Brasil), en caso de que las emisiones de CO2 se mantengan en los niveles actuales.
Luego mostró una de las posibles soluciones para este problema: el cultivo de árboles que ayudarían a secuestrar parte del carbono emitido y a fijarlo en la biósfera. De allí surgió la propuesta de que cada atleta plantase –durante la ceremonia– una semilla y que, posteriormente, los once mil plantines vayan al Parque Radical, una estructura construida para los juegos en el Complejo Deportivo de Deodoro, para conformar el Bosque de los Atletas. Las especies de plantas se distribuyeron de acuerdo con las nacionalidades de los competidores. Fue un mensaje simbólico fuerte.