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Startup desarrolla tecnología para aumentar el acceso a soluciones de control biológico

El uso de drones para el control biológico aporta muchas ventajas, como la reducción del número de máquinas y tractores en los cultivos.

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Con cada cosecha aumenta la presión por una agricultura más eficiente y sostenible y esto pasa necesariamente por reducir el uso de pesticidas. En la agricultura a gran escala la producción sin el uso de estos productos es inviable debido a las condiciones climáticas y del suelo, sin embargo existen algunas alternativas eficientes y naturales para ayudar a la clase productora a reducir el uso de químicos en los cultivos. Entre las soluciones disponibles que cada vez ganan más adeptos se encuentra el control biológico de plagas, es decir, el uso de un organismo vivo (depredador) que ataca a otro provocando daños en los cultivos.

Con el objetivo de hacer accesible el uso de insectos en la agricultura, la startup minera Predativa, con sede en Patos de Minas, desarrolló una innovadora tecnología para el control biológico de plagas basada en la producción a gran escala en propiedades rurales de un importante insecto, el crisopa (especies Ceraeochrysa cubana y Chrysoperla externa). También conocida popularmente como “chinche de la basura”, la especie que recién fue registrada por Mapa en 2020, destaca por ser polífaga, es decir, altamente efectiva para controlar diferentes plagas, como pulgones, pequeñas orugas, ácaros, cochinillas, mosca blanca y pulgones que atacan diversos cultivos como soja, cítricos, algodón, hortalizas, café y eucalipto.

Según Pedro Camargo Tomaz, ingeniero ambiental especializado en educación ambiental, uno de los fundadores y director administrativo y de sustentabilidad de la startup, ya existía interés en el mercado por utilizar enemigos naturales en los cultivos, pero lo que los limitaba era su disponibilidad en la proporción necesaria.

“La producción de estos insectos depredadores a gran escala, además de ser un desafío, requirió una alta inversión. La logística de transporte fue otro obstáculo debido a la sensibilidad del material, pero creíamos en el potencial del crisópido.”,

destacó.

Incluso con tantos desafíos, junto con su amigo Bruno Mundim, ingeniero agrónomo, Tomaz, decidió invertir en la idea.

“Nos motivaron algunos avances tecnológicos, como el uso de drones, cada vez más popular en la agricultura. En nuestro caso era una buena alternativa, ya que enviamos huevos de insectos a los cultivos, y al ser un producto muy ligero, su autonomía podía llegar a las 600 hectáreas diarias, mil huevos por hectárea.”,

destacó Tomaz.

Además, el uso de drones tenía otras ventajas, por ejemplo, reduciría la cantidad de máquinas y tractores que ingresaban a los campos para aplicar pesticidas.

“Con un dron es posible aplicar diez veces más áreas por día que con productos líquidos, aportando más sostenibilidad a la producción. Además, algunos productores informan que el uso únicamente de productos químicos contribuye a la evolución del problema de la resistencia a las plagas.”,

agregó el ingeniero ambiental.

Tracción en el proyecto

Para hacer despegar la idea y acelerar este proceso, jóvenes emprendedores se inscribieron en el Programa Centelha, que tiene como objetivo estimular proyectos innovadores y difundir la cultura emprendedora en Minas Gerais. El Programa ofrece capacitación, recursos financieros y apoyo para transformar el concepto en negocios exitosos.

En esta ocasión propusieron la automatización industrial del proceso de producción de insectos, es decir, crear equipos capaces de reproducirlos garantizando todas las características que necesitaban, todo con el objetivo de reducir costos y facilitar la cría.

“Recibimos incentivos económicos y desarrollamos los primeros prototipos. A partir de entonces, se sumaron dos socios más para completar el equipo: Guilherme Silva, ingeniero de software, especialista en Inteligencia Artificial e Higgor Olipe, ingeniero eléctrico con énfasis en automatización y control.”,

destacó.

2022 fue el gran punto de inflexión de la Startup. En esta ocasión, fueron seleccionados en el espacio de la Finep, que apoya la incubación de empresas de base tecnológica, la implementación de parques tecnológicos, la estructuración y consolidación de procesos de investigación, desarrollo e innovación en empresas ya establecidas, y el desarrollo de mercados. Allí recibieron asesoramiento sobre marketing y mercado, así como incentivos financieros. 

Con la ayuda de la Finep, Predativa mejoró aún más la calidad de sus equipos y, con la fabricación de los primeros prototipos, redujo los costos de mano de obra en el proceso en casi un 90%. La idea de producir insectos dentro de granjas mediante biounidades también surgió en el espacio. Es decir, en el formato de alquiler, proporcionarían equipos a propiedades rurales para la producción en el modelo On farm.

Ese mismo año, la joven empresa fue seleccionada por Cyklo, aceleradora de proyectos y startups enfocadas en agricultura, ganadería y agronegocios (Agritech), de propiedad de Luís Eduardo Magalhães, con fuerte presencia en todo el Oeste de Bahía. En ese momento, la aceleradora ayudó a Predativa a estar más preparada para llegar a los productores rurales.

Según Tomaz, además de asesorarlos, Cyklo los puso en contacto con varios agricultores del Oeste de Bahía. Además de ver su interés real por la tecnología, esta conexión fue importante para entender sus demandas.

“Luego de esta fase de validación de las primeras biounidades en fincas cercanas a nuestra sede en Minas, estamos muy interesados ​​en expandirnos en esa región y atenderlos pronto.”,

detalló.

Para fabricar las biounidades, la startup también recibió el estímulo y el apoyo de la CNA (Confederación de Agricultura y Ganadería), que promete acelerar la producción y abaratar aún más los costos de los productores. 

“Hoy, el promedio que pagan los agricultores es de R$ 150 por hectárea por utilizar crisopas. Con nuestra tecnología, ya logramos reducir esa inversión a R$ 50 por hectárea.”,

agregó el ingeniero ambiental.

Con el proyecto de biounidades implementado en fincas, la idea es que el productor solo necesite disponer de un espacio en la propiedad de 5m2 que será suficiente para, con tecnología Predativa, producir crisopas para aplicar en hasta 500 hectáreas. En este proceso de expansión, la estrategia de los empresarios es contar con representantes regionales para realizar este seguimiento y acompañamiento técnico muy cerca del productor.

Además de este proyecto, los ingenieros de Predativa están desarrollando software productivo, de esta manera el cliente podrá monitorear todo lo que sucede en su producción. Información como: cómo fue inoculado el producto, cuándo estará disponible y su cantidad, dónde se aplicará, cuándo visitará el representante, entre otros.

“La idea es que dentro de dos años estemos atendiendo alrededor de 5 mil hectáreas.”,

calcula tomaz.

Otro paso importante

Más recientemente, Predativa unió fuerzas con la Universidad Federal de Lavras (UFLA) para desarrollar una tecnología pionera que promete revolucionar aún más la agricultura sostenible. La colaboración tiene como objetivo crear un dispensador de alimento automatizado para crisopas. Según Tomaz, esta tecnología permitirá una nutrición más precisa y continua de los insectos, facilitando su reproducción masiva, tanto en granjas como en biofábricas globales.  

Hasta entonces, para crear crisopas era necesario contar con otro insecto, que es la anagasta kuehniella, una polilla cuyos huevos sirven de alimento para producir al depredador, que trabajará en el campo. La producción de esta polilla también generaba mucho costo además de ser laboriosa.

“Con esta dieta artificial creada por los investigadores de Lavras, ya no es necesario producir otro insecto en paralelo, lo que hace que el proceso sea más fácil y económico. Con ellos desarrollando la dieta artificial y nosotros centrándonos en el dispositivo, esta asociación ha ayudado mucho a acortar los pasos y reducir los costos.”,

concluyó el ingeniero ambiental.

Con informaciones e imágenes de Predativa

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