Segun la Agência FAPESP, en una investigación realizada en el Centro de Energía Nuclear en Agricultura (Cena) de la Universidad de São Paulo, con sede en la localidad de Piracicaba, en Brasil, se acaba de medir el impacto de la transformación de áreas de bosques en pasturas y de pasturas en cañamelares sobre la biodiversidad del suelo

La conclusión de la misma indica que ese impacto es devastador sobre la macrofauna original del suelo: 90% de la misma –formada por termitas, hormigas, lombrices, escarabajos, arañas y escorpiones– ha desaparecido por completo.

Esta investigación estuvo a cargo de André Luiz Custodio Franco durante su doctorado y su pasantía de investigación en el exterior, realizados ambos con becas de la FAPESP bajo la supervisión del profesor Carlos Clemente Cerri.

Los resultados del trabajo se publicaron en la revista Science of the Total Environment.

“Nuestra intención consistió en verificar de qué manera las alteraciones en el uso de la tierra interfieren en la emisión de gases y en el almacenamiento de carbono en el suelo; y como consecuencia de ello, en la composición de la materia orgánica”, dice Custodio Franco.

Los invertebrados, los microorganismos y los hongos cumplen un importante papel en el reciclado del suelo gracias a su acción en la descomposición de la materia orgánica. Y componen la microfauna del suelo. Las hormigas y termitas –que integran la macrofauna del suelo– son los principales agentes estabilizadores, que evitan la erosión gracias a la construcción de sus nidos.

Para verificar qué sucede con la biodiversidad debido las alteraciones en el uso de la tierra, los investigadores retiraron bloques de suelo en forma de cubos de 30 centímetros de profundidad. Esas muestras se extrajeron en tres cañamelares localizados en Jataí, Goiás, Ipaussu y Valparaíso, São Paulo. En esas áreas una parte de las pasturas se transformó en cultivo de caña de azúcar. El equipo también extrajo bloques de áreas nativas de monte para mostrar la biodiversidad del suelo en un sistema estable, antes de la deforestación para su conversión en pasturas.

“Cuando el monte nativo se convierte en pastura, todos los predadores de tope del suelo, tales como las arañas y los escorpiones, desaparecen”, dice Custodio Franco. “En ausencia de predadores, las poblaciones de termitas y de lombrices aumenta explosivamente. La cantidad de termitas en el suelo aumenta nueve veces. Y la de lombrices crece 14 veces.”

Por otra parte, cuando las pasturas se transforman en cañamelares, las poblaciones de termitas y lombrices también son eliminadas, como consecuencia de la corrección química del suelo.

El suelo nativo es ligeramente ácido y los invertebrados y microorganismos están adaptados para vivir en un ambiente de leve acidez. Como la caña de azúcar requiera de un suelo más alcalino, la agroindustria introduce cantidades grandes de caliza, aparte de fertilizantes, herbicidas y pesticidas. “Esto vuelve al suelo tóxico, especialmente para las lombrices”, dice Custodio Franco.

El resultado de la corrección química del suelo y, posteriormente, del abono químico, es la eliminación casi completa de toda su biodiversidad. Los pocos animales y microorganismos que podrían adaptarse a un suelo levemente alcalino son eliminados por los plaguicidas.

“Alrededor del 90% de la macrofauna del suelo ha desaparecido. En términos de grupos animales, se ha perdido el 40%”, dice Custodio Franco. En otras palabras, el suelo de los cañamelares es un suelo con su biodiversidad extirpada, e inestable como consecuencia de ello.

Las termitas y las hormigas son las “ingenieras del suelo”, afirma Custodio Franco. Son importantes para mantener su estabilidad. Donde hay más animales, la estabilidad del suelo es mayor. Por eso es que cuando existen menos animales se registra una menor estabilidad y, por consiguiente, un mayor riesgo de erosión.

Otra cuestión que debe computarse es la pérdida de carbono del suelo. La acción de las termitas y las hormigas hace que partículas de carbono queden encapsuladas en microagregados de arcilla o de arena y permanezcan protegidas contra la descomposición por microorganismos. En tanto, las lombrices estabilizan las partículas de carbono que pasan por su tracto digestivo y que quedan igualmente encapsuladas, fuera del alcance de los microorganismos.

La pérdida de la macrofauna pone en riesgo la estabilidad del suelo y su capacidad de almacenar carbono, aparte de contribuir a la liberación de carbono en la atmósfera.

Puede leerse el artículo de André L.C. Franco, Marie L.C. Bartz, Maurício R. Cherubin, Dilmar Baretta, Carlos E.P. Cerri, Brigitte J. Feigl, Diana H. Wall, Christian A. Davies y Carlos C. Cerri, intitulado Loss of soil (macro)fauna due to the expansion of Brazilian sugarcane acreage, publicado en Science of the Total Environment, en el siguiente enlace sciencedirect.com/science/article/pii/S0048969716308117.