Los vehículos espaciales que forman parte de los Sistemas Globales de Navegación por Satélites (GNSS), distribuidos alrededor de la Tierra, precisan tener muy bien definida su propia posición.

En el espacio hay objetos estelares suficientemente lejos de la Tierra para que su movimiento no sea detectable, y esa inmovilidad funciona como un referencial. Los quasares son referenciales naturales porque, además de estar lejos lo bastante, son lo suficientemente  brillantes para que puedan ser monitoreados.

El primer mapa celeste que sirve de base para la definición de la posición de la Tierra se llama International Celestial Reference Frame (ICRF). Concluido en 1995, el mapa demoró cuatro años en hacerse, con el análisis detallado de cerca de 600 quásares.

Después de más de tres años de investigación, acaba de finalizarse la versión 2.0 del ICRF, llamada ICRF2, que incluye el análisis de 3 mil quásares. Las incertezas e imprecisiones del mapa astronómico se redujeron a 40 microsegundos de arco. Esto es cinco veces más preciso que el mapa anterior.