No fue sólo territorio lo que ayer se dividieron Rusia y Noruega en Murmansk, sino acceso a las reservas de petróleo, gas y minerales bajo las aguas del océano Ártico. El presidente ruso, Dimitri Medvedev, y el primer ministro noruego, Jens Stoltenberg, firmaron en esa ciudad del norte de Rusia un acuerdo para fijar sus fronteras marítimas en el mar de Barents.

Ya habían llegado a un entendimiento el pasado mes de abril. Ambos países han tardado 40 años en negociar la división de un área de 175.000 kilómetros cuadrados (el equivalente a seis veces el territorio de Catalunya). El acuerdo abre enormes posibilidades económicas para ambos países. En primer lugar, se puede levantar la moratoria que existe desde hace 30 años para la extracción de gas natural y petróleo en la zona en disputa. Y en segundo lugar, se sella una alianza entre Rusia y Noruega, ya que ambos países pueden colaborar en la carrera del Ártico.La firma "puede mejorar futuras cooperaciones entre los países árticos", señaló Medvedev.

Rusia puede, además, beneficiarse del conocimiento tecnológico de los noruegos, ya demostrado en sus yacimientos en situaciones climáticas muy adversas. Y a Noruega le vendrán bien "la significativa financiación y la significativa flota que garantice el territorio y el abastecimiento", analizaba ayer en el diario electrónico Vzgliad Dimitri Abzalov, experto del Centro sobre Coyuntura Política.

La retirada de los hielos árticos ha despertado el interés de los países costeros a este océano: además de Rusia y Noruega, Estados Unidos, Canadá y Dinamarca. Según Medvedev, el acuerdo "es un ejemplo práctico de que las disputas sobre el Árticose deben resolver con la negociación en base a las leyes internacionales".

Fuente: La Vanguardia

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