En caso de desastre hay que saber a dónde y cómo llegar. Este ha sido uno de los graves problemas a la hora de suministrar ayuda humanitaria en Nepal tras el terremoto del día 25. No había mapas fiables que permitieran localizar dónde estaban los puntos más afectados o cómo dirigirse a ellos. Un grupo de jóvenes nepalíes, asistidos por voluntarios en todo el mundo, intentan paliar esa carencia y trazar el dibujo más preciso posible del desastre.

A lo largo del día, en su “sala de crisis” en un café de un barrio residencial en la capital nepalí, un grupo de siete integrantes fijos de Kathmandu Living Labs y otra veintena de voluntarios que rotan se esfuerzan por dibujar, casa a casa, carretera a carretera, cada kilómetro cuadrado del país de los Himalayas. Un grupo recibe comunicaciones de emergencia de los afectados. “Escasez aguda de agua en la cárcel de Nakhu, necesidad inmediata”, indica una. “Necesitamos agua en Maharajgung. ¿Alguien puede ayudar?”, solicita otra.

Living Labs comenzó a operar hace un año y medio. Es idea de Nama Budhathoki, de 45 años. En el desastre del terremoto de Haití, miles de personas en la comunidad internacional se movilizaron para crear la cartografía de otro de los países más pobres del mundo y que carecía de mapas. Budhatoki decidió aprovechar aquella experiencia y conseguir algo similar para Nepal, donde los científicos advertían que un terremoto de gran magnitud era inevitable. Para el dibujo utilizan el software de libre acceso de OpenStreetMap.

En el proyecto no solo participan los voluntarios que se sientan en la “sala de crisis” y coordinan los datos que reciben. Más de 4.000 voluntarios en todo el mundo, individuos pero también organizaciones, contribuyen. Hay cartógrafos, analistas de datos e informáticos, pero también voluntarios de a pie. Sus mapas están disponibles para cualquiera. Les ha llegado información de que incluso el propio Ejército nepalí los utiliza. “Es la cartografía más detallada que existe en este momento de Nepal”, explica Prabhas Pokharel, de 28 años y uno de los primeros voluntarios con que contó la organización.

Pero la ONG no sólo se limita a dibujar el mapa de Nepal. También ha creado, utilizando la tecnología de Ushahidi —otra herramienta de código abierto—, una plataforma donde agrega los datos y trata de casar las emergencias con las organizaciones que puedan resolverlas. Cada día reciben informes de todo el país vía SMS o correo electrónico sobre situaciones de urgencia. Una vez verificados, consultan su banco de datos, en el que se han inscrito cerca de 130 organizaciones, y las comunican a las que consideren más apropiadas para responder.

De esta manera se logra una mayor coordinación. Uno de los mayores problemas en los primeros días tras el terremoto era que nadie, ni siquiera las ONG, tenían una idea clara de qué hacía falta en dónde. Su plataforma sirve para precisarlo y evitar duplicaciones de trabajo. Una de sus tareas es comprobar que ha habido respuesta a las peticiones de ayuda.

“Es uno de los aspectos de los que estamos más orgullosos”, subraya Pokharel. Antes del terremoto, colaboraba con la ONG un día por semana. Tras el seísmo, le dedica todo su tiempo. Este jueves se ha ausentado unas horas para asistir a la cremación de una de sus tías, pero eso es todo.

En los primeros días, cuando aún tenían su “sala de crisis” en un aparcamiento al aire libre, llegaron a recibir hasta 250 notificaciones de emergencias. Pasadas ya dos semanas, el número se ha rebajado hasta unas decenas diarias. Mantienen activas unas 600, del cerca del millar y medio que han recibido en total. Son conscientes de que aún pasará un tiempo hasta que dejen de recibir comunicaciones. “Aún vamos a tener una larga fila de avisos durante mucho tiempo”, asegura uno de sus voluntarios, el estadounidense Neil Horning.

Fuente: El País