Mischa Dohler, de 42 años, conquistó medallas de oro en olimpíadas de Química y de Física por Alemania en su adolescencia. Posteriormente estudió Música en Moscú e Ingeniería Eléctrica en la Dresden University of Tecnology, y se especializó en comunicación inalámbrica. Actualmente es profesor del King’s College London, en donde dirige el Centro de Investigaciones en Telecomunicaciones de dicha institución.

Mischa Dohler, director del Centro de Investigaciones en Telecomunicaciones del King's College London, destaca los desafíos para que las smart cities salgan del papel (foto: Agência FAPESP)
Mischa Dohler, director del Centro de Investigaciones en Telecomunicaciones del King's College London, destaca los desafíos para que las smart cities salgan del papel (foto: Agência FAPESP)

Fellow del Institute of Electrical and Electronics Engineers y de la Royal Society of Arts, Dohler también es emprendedor. En tal carácter, ayuda a desarrollar startups que podrán cambiar el futuro de las ciudades.

El investigador es también consejero del gobierno británico y colaborador de la iniciativa Carbon War Room, y estuvo en Brasil en julio pasado como uno de los destacados de la Escuela São Paulo de Ciencia Avanzada (ESPCA) en Ciudades Inteligentes, organizada por el Instituto de Matemática y Estadística de la Universidad de São Paulo (IME-USP).

“Eventos como éste son muy importantes, pues constituyen una oportunidad de hacer que los futuros tomadores de decisiones entiendan que las ciudades inteligentes no abarcan únicamente a la tecnología. Comprenden también el modo de uso de esta tecnología y el rol de la humanidad en ese escenario”, dijo.

En entrevista concedida a Agência FAPESP, Dohler se refirió a las expectativas para el futuro de internet, al trabajo y por supuesto, a las ciudades. Para el profesor, es necesario hacer convergir las necesidades y las demandas de manera tal que las ciudades inteligentes salgan finalmente de las presentaciones y de las teorías y ayuden a transformar el mundo.

La buena noticia es que falta poco para que esto suceda, según dice. “La asimilación de la tecnología requiere de tiempo, pero creo que las ciudades inteligentes se volverán reales en los próximos cinco años”, dijo.

Agência FAPESP – En su clase en la ESPCA en Ciudades Inteligentes usted dijo que éstas se encuentran todavía en “modo PowerPoint”, que aún no han salido del papel o de las presentaciones.
Mischa Dohler – El concepto de ciudades inteligentes es reciente, pero se ha ido afianzando, aunque sólo se lo encuentre invariablemente en el modo PowerPoint. El motivo de esto es que para introducir una nueva tecnología –que es lo que se necesita para hacer que las ciudades inteligentes se plasmen– se requiere de tiempo. Pero la tecnología nos lleva la delantera. La cadena de suministros, las plataformas, los modelos, los procesadores, los aparatos, el procesamiento de TI, está todo allí. Pero alguien debe agarrar todo, organizarlo y ponerlo en uso. Y es el lado del usuario, la demanda, lo que aún no se ha concretado. Pero llegará. Ya hemos establecido eso, pues existe esa necesidad. La asimilación de la tecnología requiere de tiempo, pero creo que las ciudades inteligentes se materializarán en los próximos cinco años.

Agência FAPESP – ¿Por qué existe todavía esa laguna entre la necesidad y la demanda en el caso de las ciudades inteligentes? 
Dohler – Un importante problema consiste en que quedamos a mitad de camino entre la necesidad y la demanda cuando ejecutamos tan sólo nuestra visión tecnológica. Un ejemplo de ello es el big data. Los datos están acumulándose en sensores, en internet, los acumula la gente. Es posible obtenerlos en plataformas de datos y existe machine learning e inteligencia artificial. Se producen gráficos hermosos, con imágenes en 3D. ¿Pero qué hacemos con todo eso? Es algo aún restringido a las salas de reuniones, y los directores de las empresas se muestran muy sorprendidos con todo, pero no necesitamos únicamente big data: necesitamos big action. El gran reto consiste en transformar big data en big action. Una manera de lograrlo consiste en que siempre que se invierta un dólar en un proyecto de big data, se coloque otro dólar en un proyecto de big action. Sólo así se cierra el ciclo y se crea algo sumamente útil para el ecosistema del big data. Se achica la distancia que existe actualmente entre la demanda y la necesidad.

Agência FAPESP – Tenemos un problema para operar con datos; pero, por otra parte, hay empresas que valen miles de millones de dólares y se basan en algoritmos.
Dohler – Sí. Hace 100 años, ¿cuánto tiempo y cuánta gente se necesitaban para construir empresas de mil millones de dólares? Empresas como IBM necesitaron décadas y centenas de miles de personas. Si observamos los años 2000, de repente ese tiempo se convierte en 10 años y es necesario contar con la colaboración de 10 mil empleados. Ése es el caso de empresas como Google, por ejemplo. En los años 2010, ese tiempo se reduce a dos o tres años en empresas como Facebook. Y entonces, en 2014, una empresa como Whatsapp, con 18 personas, vale mil millones de dólares. Es un equipo muy pequeño. La aceleración de la innovación se encuentra en un nivel tan alto que, ¿qué puede venir después? En el futuro, quizá las máquinas creen empresas multimillonarias. Quizá el futuro permita la comunicación entre todo aquello que irá a recrear la forma de construir infraestructura.

Agência FAPESP – Con la automatización existe una tendencia a que cambie el trabajo tal como lo conocemos actualmente. ¿Cómo ve esto usted? 
Dohler – La automatización es una tendencia. Es impulsada por el big data, pero también por la inteligencia artificial, que es capaz de entender el dato y no dejarse engañar por éste, y surgir con un insight completamente nuevo. Sin embargo, existe un gran peligro. Porque de repente uno puede decir “puedo reemplazar a los estudiantes, puedo reemplazar a los trabajadores”. Bueno, esto puede tanto suceder como puede que no. Aparte de la oportunidad de automatizar el trabajo, tenemos la oportunidad de humanizar el trabajo. Porque si usted saca todos los trabajos aburridos y repetitivos, ya que las máquinas pueden hacerlos, pasamos a tener que gestionar el flujo de trabajo. ¿Cuánto tiempo perdemos diariamente con tareas administrativas, con tareas sencillas, como enviar e-mails? Esto también pueden hacerlo las máquinas. Ahorraríamos tiempo para ser más artísticos, más creativos, para interactuar con otras personas, para vivir mejor. Algo que hemos perdido mucho durante las últimas décadas.

Agência FAPESP – En la ESPCA en Ciudades Inteligentes, usted habló mucho sobre el 5G. ¿Qué puede hacer el 5G? 
Dohler – El 5G está llegando y es increíble. Con él será posible resolver problemas que nos molestan desde hace mucho tiempo. Desde el punto de vista tecnológico, aumentaremos las tasas de transferencia de datos en una gran magnitud. Si a través del 4G podemos transmitir 1 gigabyte por segundo, con el 5G llegaremos a 10 ó a 100. En términos de delay, el del 5G también será mucho menor. Y la cantidad de dispositivos conectados podrá aumentar a billones con el 5G, lo que hará posible muchas novedades. El 5G resolverá grandes problemas de la industria y una de las cosas que estamos haciendo es construir una nueva internet, a la que denomino internet of skills. Creo que será una gran transformación que vendrá después de la internet de las cosas.

Agência FAPESP – ¿Cómo funcionará esa nueva internet? 
Dohler – La internet of skills es la internet que nos empodera como humanos. Va a democratizar el trabajo de la misma forma que va a democratizar el conocimiento y la información. Las tareas físicas, tales como mover los músculos en una operación médica, tocar el piano o pintar, podrán democratizarse. Con la internet of skills puedo enseñarle a alguien a tocar el piano aún no estando al lado de esa persona. Nuestros mejores cirujanos podrán operar a una gran cantidad pacientes en lugares remotos, sin estar allí físicamente. Ingenieros podrán reparar turbinas de aviones en forma remota. Permitirá usos completamente nuevos y posiblemente creará una nueva forma de economía en los próximos 20 años.

Agência FAPESP – ¿Como podrán aplicarse la internet of skills y el 5G al concepto de ciudades inteligentes? 
Dohler – Las ciudades inteligentes y el 5G forman un casamiento muy natural, pues muchos casos de usabilidad del 5G ocurren en ambientes urbanos y más de la mitad de la población vive en centros urbanos. Piense en el caso de los coches automanejables. En la actualidad, la gente no se siente cómoda o segura al andar en un coche sin conductor, sin un humano que lo conduzca. Sin embargo, y estamos trabajando con eso en Londres, ¿qué le parece algo así como driving as a service? ¿Imagínese una central con gente usando consolas de videojuegos, pero conectados a coches de verdad? En el momento en que haya un problema, el comando pasará inmediatamente a un humano, quien conducirá el coche con seguridad. Esta tecnología debe ser muy confiable y transmitir en una banda muy ancha, con poca latencia. Es el 5G. Por eso creo que el futuro del coche automanejable no es automanejable. Ok, es automanejable en un 99% de los casos y driving as a service en momentos de peligro. Y entonces 5G va a marcar una enorme diferencia.

Agência FAPESP – Es la primera vez que usted viene a São Paulo. A su juicio, ¿cuál es la importancia de eventos tales como la ESPCA en Ciudades Inteligentes?
Dohler – Eventos tales como la Escuela São Paulo de Ciencia Avanzada en Ciudades Inteligentes son sumamente importantes, pues permiten reunir a los tomadores de decisiones del mañana. Y es una oportunidad de hacer que éstos entiendan que la discusión no debe ser únicamente sobre tecnología, es también sobre cómo usar la tecnología y cuál es el rol de la humanidad en general. Por ende, estos eventos deben estructurarse para que se hable bastante sobre tecnología, pero también sobre el lado de la demanda, de la empatía, del nuestro rol en toda la cadena.

Agência FAPESP – Usted actúa en varios frentes, ¿cómo hace para conectar todo? 
Dohler – Actualmente trabajo en la universidad, he emprendido una serie de empresas, soy consejero del gobierno del Reino Unido, estoy implicado en políticas públicas y también hago mucha música. Quiero transformarme en un músico profesional, pero con la ayuda de la tecnología. He trabajado en formas de combinar el mundo artístico, el mundo tecnológico y el mundo político de manera tal de conseguir transformarlos consistentemente. Creo que me he integrado a esta nueva forma de trabajar del siglo XXI, en la cual no hacemos solamente una cosa en un trabajo que va desde las nueve hasta las cinco de la tarde. Los límites están más esfumados entre temas, áreas, horarios de trabajo, etc.

Agência FAPESP – Los estudiantes notaron en la ESCPA que sus clases son sumamente dinámicas. ¿Podría explicarnos cómo se estructuran?
Dohler – No soy el típico docente que se queda parado durante dos horas o más, pura y simplemente transmitiendo conocimientos. Y la razón de esto es que la demografía de los estudiantes ha cambiado mucho. Cuando yo era estudiante, nos entrenaban para quedarnos sentados escuchando a los profesores, porque no existía otra fuente de información. En 2017, las cosas son distintas. Hay información en todas partes. Los estudiantes están en las redes sociales. Tienen seguidores, intercambian comentarios. Y no logran concentrarse durante mucho tiempo escuchando a una sola persona. Lo que yo hago entonces es romper la clase con ejercicios cada 15 minutos, que es el tiempo máximo que obtengo de concentración de ellos, para luego cambiar de actividad. Son más o menos 15 minutos hablando, 15 minutos de ejercicios y 15 minutos viendo un video. Soy más bien un coach de información que un docente que transmite conocimientos.