Los Gobiernos de España y Portugal incluyeron en el Tratado de Amistad y Cooperación firmado recientemente en Trujillo (Cáceres) el impulso de “programas y satélites espaciales de observación de la Tierra de alta frecuencia”.

El objetivo del proyecto, bajo la denominación de Atlantic Constellation, es controlar y vigilar el océano, las costas y los bosques de los territorios peninsulares mediante una constelación de 16 pequeños satélites que complementen al Copernicus europeo y faciliten la transmisión de datos con mayor frecuencia.

Se trata de un proyecto ambicioso ligado a la lucha contra el cambio climático que, entre otras actuaciones, podrá monitorizar la biodiversidad, tener y medir datos adelantados o mitigar los efectos de los desastres naturales con más regularidad y rapidez que en la actualidad, según explica Miguel Bello, director ejecutivo del Atlantic International Research Centre (AIR Centre). De esta organización sin ánimo de lucro partió la iniciativa recogida por los Gobiernos de España y Portugal. El proyecto está abierto a que se incorporen otros países atlánticos, algunos de los cuales ya han mostrado interés, como Sudáfrica, Nigeria o México.

La previsión es que la constelación pueda estar operativa a finales de 2024 o principios de 2025. En estos momentos, se encuentra en la fase preliminar de recogida de requisitos para definir el tipo de sensores y otros aspectos técnicos necesarios para después desarrollar la construcción. La idea es que pueda acogerse a los fondos de recuperación Next Generation de la UE orientados a la innovación y la transición verde y digital; y lo pueda desarrollar la industria nacional de los dos países especializada en el sector. Una vez que los satélites estén listos para lanzarlos al espacio, el operador dependerá del esquema de financiación, según Bello. Es decir, de si es una financiación totalmente pública o se hace mediante colaboración público-privada, lo que daría lugar a la entrada de socios interesados en participar. La inversión, según las estimaciones preliminares, rondaría los 60 millones de euros.

España cuenta con empresas como Hispasat o Hisdesat, y Portugal con Geosat, que son firmes candidatas para operar los satélites, aunque bien podría formarse un consorcio operativo. El desarrollo de la constelación será gestionado en España por el Centro de Desarrollo Tecnológico e Industrial (CDTI) y en Portugal por la Agencia Espacial Portuguesa (PT Space) en coordinación con el AIR Centre. Hispasat está controlada por Red Eléctrica de España (89,68% del capital) y posee el 43% de Hisdesat, en la que también participan la empresa pública Isdefe (adscrita a Defensa, con el 30%), Airbus (15%), Indra (7%) y Sener (5%).

Esta constelación satelital se considera un paso fundamental en el plan de acción acordado por los dos países ibéricos, que también tiene como ejes de actuación el vehículo eléctrico, la transición verde y digital y los proyectos de energía renovable e hidrógeno. Asimismo, forma parte de la colaboración en la defensa de posiciones comunes de los dos Estados dentro de la UE y la Alianza Atlántica. En ese sentido, recoge los proyectos conjuntos abordados en sus respectivos planes de transformación y resiliencia financiados por los fondos de la UE. No es la única constelación que se ha planteado en Europa: la Comisión Europea ha encargado el estudio preliminar de un sistema de satélites soberano a un reducido grupo de empresas entre las que figura Hispasat. La pretensión es cerrar la brecha digital en todos los países europeos y garantizar las conexiones seguras, en esa nueva batalla que ya se ha empezado a librar en favor de la ciberseguridad.

Fuente: El País