La semana pasada el venerable satélite de observación de la Tierra ERS-2 encendió sus motores por última vez para consumir cualquier resto de combustible, poniendo así fin a su misión. La maniobra fue planificada meticulosamente para garantizar la seguridad de las futuras misiones espaciales.

La misión del satélite ERS-2 de la ESA finalizó el pasado día 5 de septiembre, después de que la altitud media de su órbita se redujese de 785 a 573 kilómetros. A esta altitud disminuye considerablemente el riesgo de colisión con otros satélites o con fragmentos de basura espacial.

El último paso consistió en neutralizar el satélite, asegurando que todos sus sistemas presurizados quedasen vacíos y poniendo sus baterías en modo seguro, lo que reduce el riesgo de una explosión en órbita, que podría dar lugar a nuevos fragmentos de basura espacial.

Este procedimiento consistió básicamente en consumir todo el combustible que quedaba a bordo, desconectar las baterías y apagar los transmisores. “Tan pronto como se agotó el combustible a bordo de ERS-2, enviamos una serie de comandos para completar la neutralización del satélite, antes de apagarlo de forma definitiva. El último comando fue enviado a las 13:16 GMT del 5 de septiembre”, relata Frank Diekmann, Responsable de las Operaciones de ERS-2.

El fin de las operaciones del satélite no significa que la misión no pueda seguir dando resultados. “Continuaremos estudiando los datos generados por ERS-2, especialmente las imágenes radar”, explica Volker Liebig, Director de los Programas de Observación de la Tierra de la ESA.

En su nueva órbita, ERS-2 empezará a frenarse y a caer lentamente debido a la resistencia aerodinámica que todavía existe a esa altitud. Está previsto que el satélite ingrese en la atmósfera terrestre dentro de 15 años, desintegrándose completamente durante la reentrada.

Fuente: ESA

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